No importa si has estado antes en esta ciudad o no, sus calles siempre te acogen como un visitante anónimo, no entiende de razas, nacionalidades, religiones, edad… Nueva York no tiene prejuicios, es una ciudad que siempre mira hacia adelante, que está a la vanguardia de todo lo que interesa, es el epicentro, el lugar donde hay que estar pero que al mismo tiempo sigue mostrando orgullosa las huellas del pasado que salpican sus calles, edificios y ciudadanos.
La mejor forma de conocerla es recorrer sus calles, mezclarse entre sus ciudadanos hasta convertirse en un neoyorkino más, disfrutar de la maravillosa Quinta Avenida, salpicada de un sinfín de tiendas perfectamente decoradas que invitan entrar, la espectacular catedral de St. Patrick, el mítico Empire State Building, los largos paseos por Central Park, atravesar el puente de Brooklyn para deleitarse con la estupenda panorámica del “skyline” de Manhattan, o deslumbrarse por los focos de neón en Times Square.
El secreto de Nueva York es que ha sabido reinventarse continuamente. No importa cuánto hayamos oído hablar de ella o cuantas veces la hayamos visitado. Siempre tiene algo nuevo que ofrecer. Ahora han aparecido nuevas zonas de la ciudad que antes eran sitios totalmente marginales y se han convertido en símbolos de progreso y modernidad, como Meatpacking District o el High Line, un novedoso parque sobre las antiguas vías de tren y que ofrece unas vistas únicas de la ciudad.